He visto en el Telediario cómo el dueño de Mercadona, Juan Roig, presentaba el informe de los beneficios de su compañía con una alcachofa en cada mano. Buena forma de promocionar los productos frescos de sus tiendas cuando, en realidad, son más caros que en otros comercios. Pero la sorpresa surgió al día siguiente cunado en el incómodo Mercadona de la antigua Estación de Autobuses me encontré con una impoluta caja de madera, colocada estratégicamente y llena de las mismas alcachofas que mostró a los medios el jefe horas antes. Estas estrategias de comunicación, o marketing, son tan antiguas como los mismos productos, pero no todos los altos ejecutivos, presidentes de compañías o directores generales de fundaciones se rebajan a llevarlas a la práctica. Todo lo contrario de los políticos.
Recuerdo que cuando el tiempo hizo coincidir la compra de Dhul por Ruiz Mateos y su detención en Granada por asuntos relacionados con la primera abeja, el empresario ordenó aparcar toda al flota de camiones y furgonetas de reparto de los flanes en la puerta de los juzgados y, posteriormente, envió cajas de ricas natillas y productos lácteos a los periodistas locales que habían cubierto la información. Mi redactor de economía estuvo comiendo flanes durante un mes.
La alcachofas del Mercadona o los flanes de Ruiz Mateos son, en definitiva, fórmulas de promoción del producto que, como dije, son viejas pero que en manos de profesionales tienen un valor potentísimo.
Me has recordad a cierto presidente de Caja Rural que presentó una fusión con unos pimientos ¿O eran pepinos?
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