martes, 8 de marzo de 2011

49

Cumplir años tiene su doble cara; la parte experimental y la sentimental. "Cuanto más viejo, más pellejo", que dice el refrán del Bajo Andarax; pero también los años te hacen vislumbrar el horizonte del futuro imperfecto: acahaques, gafas de cerca y de lejos y un botiquín de urgencia siempre a mano.
Además, esta edad límite, tercer cuarto de la madurez, te mete de lleno en las estadísticas de los potenciales clientes de planes de vejez acelerados y de cuentas para deducir qué miseria te quedará de pensión después de -yo y ahora- tres décadas de romperte los cuernos. Hay distintas encuestas que -sin piedad- te incluyen en el grupo de 49-65, aunque poco tenemos que ver los nacidos en el 62 con los del 46.
Cuarenta y nueve es como la antesala, el entreno de los cincuenta; porque quienes te felicitan -gracias- te recuerdan con dosis de mala leche, ironía o crudeza que el medio siglo lo tienes ya sobre la cabeza. Claro que hay otras personas que -sabiendo tu que son hijas del sesenta y ocho- después compruebas en sus CV que, quizás para querer sumar otras cuentas, saben restar muy bien. Lo dicho, hay que llevarlos con gallardía y sentido del humor. Queramos o no, el 49 todavía nos puede dar la suerte en La Primitiva...

2 comentarios:

  1. Esas personas hijas del 68 terminarán pareciendo todo lo ridículas que son, como las folclóricas que se quitaban edad

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  2. Querido amigo de viaje, es decir, compañero del Vagón 62, disfrutemos de lo que queda para llegar a la estación de los 50 y olvídate de ciertos comentarios de esas hijas del sesenta y ocho que, aún sabiendo el fin de su naturaleza, no dejan de dar por cu...riosa parte del cuerpo. Me refiero, por supuesto, a los "comentarios".
    Querido compañero del Vagón 62, mientras llegamos a la próxima estación, la de los cincuenta, gocemos del paisaje de la vida y no pensemos en lo que hemos dejado por el camino -unos la vista, otros el pelo, otros...- y disfrutemos de todas la estaciones que nos quedan por visitar, que serán muchas y divertidas. Aunque siempre estará por ahí alguna hija del sesenta y ocho, o quizás del cincuenta y ocho -dios las crea y ellas se juntan- para, mientras te comenta que ya tienes edad para hacerte un chequeo médico, te recuerda que ya quedan menos estaciones para Jubilar el Vagón del 62.
    ¡Pero que mala leche...!

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