EL merecido ascenso de la UD Almería a la Primera División
de fútbol – o liga BBVA como le llaman ahora- no sólo traerá a sus futbolistas
y técnicos una mayor y mejor proyección deportiva. A la provincia también le
vendrá muy bien aumentar sus ingresos el 0,2% de su PIB, según estimó el
presidente de la Cámara de Comercio. Y los aficionados ganarán emociones viendo
en el Estadio de los Juegos Mediterráneos a los Messi, Neymar, Ronaldo o Sergio
Ramos.
Y otro colectivo laboral que saldrá beneficiado es el que
forman los periodistas deportivos de la ciudad. La mayoría ya ha saboreado el
dulce almíbar profesional de retransmitir, escribir o narrar para toda España crónicas
y reportajes de un equipo local en la Liga de las Estrellas. Por éso, es muy
posible que los mismos errores de campañas pasadas vuelvan a repetirse. Resulta
indudable que hace falta ser un profesional de primera división para poder
informar de lo que ocurre en esa categoría. Los latiguillos, las añejas frases
hechas y los reportajes patrocinados por el morro de aquellas tristes épocas de
Tercera División o Segunda B ya deberían ser historia. A tiempos nuevos
necesitamos profesionales renovados, formados y reciclados. Es verdad que parece
que estoy generalizando y eso es injusto, porque la mayoría de los jóvenes
periodistas almerienses dominan las redes sociales como nadie, escriben y
hablan fenomenal y llevan a la práctica nuevas fórmulas de periodismo deportivo
gracias a sus cursos, Máster o formación permanente.
Lo que resulta inadmisible es que con el argumento gratificante
de la UD Almería en Primera leamos gacetillas casi propagandísticas de tartas y
camisetas rojiblancas con faltas de ortografía, escuchemos con reiteración que
el estadio se llama Mediterráneo cuando su precioso nombre evoca uno de los
hechos más dignos de nuestra historia o que me griten por la radio las bondades
de una marca de pinturas que apoya al equipo.
Ahora me acuerdo de aquellos periodistas deportivos
almerienses que – en los años ochenta, tenían que sacar adelante crónicas de
radio e informaciones para sus periódicos de equipos de la provincia que
jugaban en campos inmundos y perdidos, donde no había ni un teléfono a dos kilómetros
a la redonda. Aquellos compañeros –algunos de ellos sí que han sabido adaptarse
a los nuevos tiempos y tecnologías- informaban de un equipo de Tercera, pero como
profesionales eran auténticamente de Primera División ¡oé!.
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