martes, 2 de julio de 2013

Los águilas rojas del Toblerone

Estoy sorprendido de comprobar cómo una ciudad, en la que se ha dejado caer a trozos podríos parte de nuestro ya desaparecido rico patrimonio, reivindica ahora con pundonor el mantenimiento de distintos lugares, inmuebles y parajes de escaso valor o nula trascendencia. En poco tiempo, mientras la muralla que corona la calle Antonio Vico se cae a pedazos entre mugre y escombros, han nacido valerosos campeadores en pro de mantener en su ruinoso estado el oxidado Toblerone o la pulgosa cueva de Cónan. Mientras clavaban el último tornillo de la horrenda prótesis de aluminio de la torre de la Alcazaba, se han organizado campañas en pro de la defensa de La Molineta. Mientras los parajes naturales sufren a diario el deterioro de los lanzadores de clínex, de los olvidadizos bebedores de latas y de los fumadores que aún siguen destrozando su cuerpo por el tabaco con filtro, los “águilas rojas del Salvemos… lo que sea” salen en primera página. Sí, porque ahí subidos y triunfantes, paralizando las obras de desmonte parecían una versión mala del personaje de la tele, aunque éstos con la cara bien descubierta para salir guapos en la foto. Mientras el Toblerone era un peligroso monstruo de óxido junto a unos colegios donde se refugiaban maleantes o era el inodoro de quienes caminaban con un apretón por la carretera de Sierra Alhamilla, entonces, entonces nadie reivindicaba su mantenimiento y conservación como patrimonio industrial.

Almería es así de peculiar. Los colectivos sociales y vecinales apenas se alteran por nuestro constante y ancestral olvido y malgastamos energía en reivindicar cuestiones superfluas. No digo yo que no hubiera que haber salvado la gruta donde se rodó la película de Cónan o que sea mejor o peor el proyecto del antiguo silo del mineral. Lo que me indigna es comprobar cómo el resto de provincias nos siguen sacando ventaja en todo y en Almería perdemos el tiempo reivindicativo en cuestiones calderilla. Aún no he visto a estos personajes de la portada del periódico encadenarse por la paralización de las obras del Hospital Infantil de Torrecárdenas, o quejarse por el pitorreo a los ciudadanos por aquella Facultad de Medicina fantasma que otro iluminado por Marx nos prometió; o manifestarse en la antigua estación de ferrocarril por su estado de abandono; o exigir ¡ya! el tren de alta velocidad para Almería; o lamentarse por la inacabada autovía del Almanzora; o… Desde luego, no tenemos remedio y así nos va.

 

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