El caos burocrático de las administraciones locales es tal
que ya ronda el esperpento. No, no sólo me refiero a la hábil forma de hurtar a
los ciudadanos con el Impuesto de Bienes Inmuebles que ha tenido, estos años,
el Ayuntamiento de la capital, sino a la cantidad de errores que están
detectándose por la generalizada nefasta gestión de los tributos y tasas municipales
en muchos ayuntamientos. Y, casualidad, siempre los errores informáticos, los
descuadres financieros y los apuntes tributarios son en contra del ciudadano.
Hay un error y, siempre, el contribuyente es el que paga de más. Hace poco,
otro fallo mecánico del ruter, del servidor, o del dedo perezoso del
funcionario permitió que un ayuntamiento grancanario cobrara con recargos, apremios
y embargos los impuestos de circulación de vehículos que llevaban no ya uno,
sino varios años dados de baja. El error fue, precisamente, detectado a miles
de kilómetros por uno de los sufridos contribuyentes que reside en Almería y
que obligó a la pachorra Alcaldía canaria a devolver lo cobrado de más. En ese
caso no pudo suceder como en la capital almeriense, que un avispado peatón
avisó –como si cruzara malamente un paso de cebra- a la concejala de turno por
la calle de que estaba cobrando de más por la Contribución. La escena, tanto si
es cierta como si no, no merece más que el cese fulminante de la edil: por haberse
callado si sabía el exceso de cobro o por decir tamaña imbecilidad si era ajena
a lo que se cocía en su propio despacho. Claro que, después de saber que ella firmaba
documentos oficiales exigiéndose a sí misma la recaudación de impuestos o tasas
todo es posible.
Claro que en esa Corporación de mayoría absoluta de 18
concejales parece que la comunicación interna fluye poco o mal, lo cual no es excusa para asfixiar a los ciudadanos
con tanto impuesto. Hay ejemplos de ciudadanos que el 9 de enero de 2012 solicitaron
hablar con el alcalde, a través de su jefe de gabinete, y aún esperan un sí o
un no. Yo ya, desconfiaría.
Pero, a lo que voy, lo más gracioso de esta administración
super tecnificada pero incapaz es lo ocurrido en Carboneras, cuyo alcalde firmó
un decreto publicado en el Boletín de la Provincia exigiéndole al ciudadano con DNI 00.000.014Z
que pagara la tasa de basura de un inmueble. No sabía yo que Cristina Federica
Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia, es decir la mujer
de Urdangarín, tenía una casita en el pueblecico.
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