POCO, siendo generoso en la definición, se ha comentado sobre la decisión de la Junta de Andalucía de vender cinco edificios públicos de Almería a un fondo de inversores extranjeros. La operación se enmarcó en un contrato general que incluía la venta de setenta edificios públicos de la región por 300 millones de euros; al mismo tiempo, la administración andaluza se comprometía a pagar 23,6 millones por utilizar esos mismos inmuebles como inquilino.
Esa fórmula de venta y arrendamiento simultáneo, -lo que los finos llaman "sale and leaseback"- se ha producido, precisamente, cuando el gobierno andaluz está sustentando por la coalición Izquierda Unida que, si no ha cambiado, despreciaba lo privado buscando la propiedad pública de los bienes sociales. Pues no he oído a ningún figurante de izquierdas salir a la calle a reclamar lo público, entregado por los suyos en bandeja a uno de esos "fondos buitre."
Si, por poner un ejemplo, la venta hubiese sido para impulsar la obra del timo del hospital materno-infantil de Almería o para terminar con las aulas prefabricadas de los colegios, quizá tendría alguna explicación razonable. Pero no. Ha sido, simplemente, para obtener liquidez inmediata y para ello, presta y rápida, la gestora de fondos W.P.Carey ha puesto los 300 millones sobre la mesita de Susana. A cambio, la propiedad. Una migaja para una sociedad que tiene invertidos 18.000 millones de dólares por todo el planeta.
Desde hace unos días, varios inmuebles de la administración no son propiedad de todos los almerienses, sino de unos señores que, posiblemente, ni saben ni les importa dónde está Almería y qué necesidades tenemos. Esa es la autonomía en la que nos metieron: gestionan desde Sevilla con la complicidad de nuestra singular apatía y almeriensismo. Y son, además, inmuebles señeros de la capital: la delegación de Salud de la Carretera de Ronda, la delegación de Servicios Sociales que hay frente a la Iglesia de Santiago en la calle de las Tiendas o las nuevas dependencias de Hacienda de la calle Martínez Campos donde, hace cuatro días, la Junta se gastó un pastón en construirla. La indolencia almeriense ante hechos así duele, pero aún más cuando quieren venderte el hurto público como "un uso dinámico del patrimonio de la administración". ¡Tóma!. A este paso, veremos planear buitres sobre el cañillo de la Puerta Purchena y diremos: "Cúcha que pájaros más bonicos; vamos a darle de comé".
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