No obstante, Martínez Cabrejas tenía la virtud de su
credibilidad y su apego al pueblo. Cuando en la legislatura de 1983-87
gobernaba la ciudad con 18 de los 27 ediles –como ahora Luis Rogelio- Santiago
recibía en su despacho a gentes de los barrios que llegaban al Ayuntamiento en
chancletas y bata guateá para explicarle que carecían de agua, luz o recogida
de basura. “Díle a Santi –argumentaban los vecinos al municipal de la puerta- que soy fulanito de tal, que jugaba con él
en el Plus Ultra; si sabe quién soy…”. Y sabiéndolo, o no, el alcalde
atendía en su despacho a quien llegara con alguna queja. No se cómo lo hacía
pero cuando cuatro o cinco años después el vecino regresaba al Ayuntamiento
reclamando las mismas mejoras, volvía a salir del despacho con una sonrisa de
oreja a oreja y convencido de que Santi atendería, o escucharía, su súplica.
Por eso, creo, que gobernó Almería siempre que se presentó como candidato. Cuando
había una situación adversa se paseaba por los barrios y volvía a la Plaza
Vieja con el control de la situación y con los vítores frescos en los oídos.
Pese a cubrir la información municipal durante muchos años, no
pude hacerle tantas entrevistas como me hubiese gustado. El tono crítico de mi periódico
no era bien recibido en el equipo de gobierno socialista y muchos de sus
ediles, no él, ponían demasiadas trabas al derecho de la información. No obstante,
a finales de los ochenta, tomando algo en el desaparecido “Café El Paso” de la
calle Mariana me confesó que él nunca negociaba con los vecinos cuando éstos
llegaban al Ayuntamiento avalados por intransigencia y que ese acercamiento con
la gente era “un patrimonio personal que
cedía al servicio de la ciudad”.
Santiago fue alcalde después de tres elecciones municipales
consecutivas, pero el destino quiso que en Junio de 1999 repitiera como
Presidente de Corporación. Hubo una muy buena campaña de comunicación, donde el
resto de candidatos del PSOE (Juan Rojas, Martínez Soler, Naveros…), se
presentaban como “soy del equipo de
Santiago”. El marketing, por fin, sacó rédito de su comunión con el pueblo;
más aún, cuando en la recta final de la campaña se acentuó su imagen de honorabilidad
al reconocer que, pese a haber sido alcalde tanto años, pagaba tasas
municipales con recargo “porque no tenía
dinero”.
Ahora, muchos dirán que fue el alcalde de la Transición; es
verdad, pero también fue el primero del siglo XXI gracias a los pactos con
Izquierda Unida, que arrebataron a Juan Megino sus opciones. En esa campaña
electoral tan igualada tuve la suerte de moderar el único debate televisado en
directo entre los “alcaldables” del PP, PSOE e IU. Meses después, me confesó
que obtuvo la Alcaldía en parte gracias a ese debate, en el que venció por “presentarse sin nada que perder y sin la altivez
de los contrincantes”.
Santiago Martínez Cabrejas, el futbolista, el hijo del
barrio de la Plaza de Toros, abogado laboralista y alcalde ha muerto. Descanse
en paz.
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