“No hay nada más
viejo que el periódico de ayer”. Esta frase, en periodismo, siempre ha sido un
lema, un reto, un argumento para trabajar con la actualidad pura y dura con el
objetivo de ofrecer al lector la noticia, la opinión o la crónica más actualizada
posible.
Las limitaciones
del periodismo en papel por las consabidas tareas de impresión, distribución y
venta de los ejemplares en el kiosco frenan cualquier intento de actualizar la
noticia más allá de la hora de cierre; por eso se ha perdido la maravillosa
sección de “última hora” que mantenían muchos diarios. Cuando el ejemplar de
papel es adquirido por el lector, aunque sea antes de la salida del sol, la
última hora de media noche ya es algo añejo, viejo, pasado. El “Twitter”,
“Facebook”, “Messenger” o “WhatsApp” han convertido los diarios tradicionales,
ya, en soportes para crónicas de opinión, reflexiones y alguna que otra
primicia, pero tal como está el patio en la profesión periodística, y más aún
en Almería, sólo los buenos profesionales están dispuestos echar más horas que
un reloj para publicar algo novedoso, más allá de la nota de prensa oficial
predestinada al recorta y pega.
Recuerdo que,
hace años, le cambié un titular al hoy “estrella” del periodismo deportivo de una
cadena audiovisual porque en cuerpo cuarenta –es decir, en letra bien grande-colocó
la palabra “ayer” para referirse a la crónica del partido de fútbol que había
jugado y ganado el Polideportivo Almería. ¿A quién le puede interesar el tiempo
cuando lo importante es el qué y el cómo del resultado? Hablar del ayer en
periodismo es como referirse a los Reyes Católicos; al Cid Campeador, cuando no
al hombre de Cromañón. Suena lejos, lejísimos. Escribir en negrita “ayer” es
invitar al lector a que pase la página de forma abrupta o a que cierre el
periódico definitivamente, lo doble y lo olvide en un rincón, aunque vaya por
la página diez. Todo va tan rápido que, como decía Henry Ford, cuando aún pensamos
en el mañana, ya se ha convertido en el “ayer”.
Digo esto porque
me ha sorprendido leer la palabra “anteayer” en un pie de foto publicado el
lunes en la sección deportiva del diario “El Mundo”. Bajo una foto del
entrenador de fútbol del Rayo Vallecano, el rotativo incluía su nombre –Paco
Jémez- y fechaba la foto en un antiquísimo “anteayer”. Mal rollo. Si hubiese sido una foto de su
último partido como “míster”, vale; o si hubiese sido una instantánea de un
partido histórico, pues también. Pero era de una jornada normal de Liga, con un
resultado normal y todo habitual. No ya el ayer, sino el anteayer chirriaba al mirar
el periódico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario