Mi afán reporteril me llevó
hasta un marino mercante que, ingresado en la Bola Azul, me relató con rotunda
sinceridad el maltrato que recibió –por ser español- en un hospital de la Unión
Soviética, donde tuvo la desdicha de enfermar mientras su buque permanecía
atracado en un puerto ruso.
Aquellas declaraciones del
viejo lobo de mar criticando el sistema sanitario comunista no gustaron y, sin
más razonamientos que el de los cojones, el reportaje jamás se publicó. Eran
los tiempos en los que desde medios de comunicación, administraciones y
asociaciones afines se afanaban montando los andamios para la llegada del
socialismo al poder y, claro, lo que decía el marino iba contra la futura nueva
tendencia.
Recuerdo esta anécdota histórica
porque, en los últimos meses, me están llegando pitazos muy desalentadores
sobre cómo en España algunos editores, directores y medios de comunicación en
general están retomando la mala práctica de la censura. Existen, es justo
reconocerlo, medios libres, pero es verdad que la
censura siempre ha existido y existirá. No obstante, la que hoy se practica,
permítanmelo decirlo, es cateta y provinciana en lugar de ideológica, por lo
que es mucho más complicado de burlar por parte de los redactores. Ahora ya no
caben juegos de palabras, metáforas, epítetos o sinestesias para burlar al
censor, ya que éste directamente arranca el texto íntegro porque, por ejemplo,
no le gusta la cara del interlocutor.
Precisamente, el día 3 de mayo se
celebró el Día Mundial de la
Libertad de Prensa y el 81º aniversario de la fundación de la Asociación
de la Prensa de Almería. Por tal motivo, hubo una concentración de periodistas
en la Puerta de Purchena exigiendo un ejercicio profesional digno “basado –decían- en
el estricto cumplimiento de las normas éticas y deontológicas y en valores como
la integridad y el rigor profesional”.
Todo eso está muy bien pero, después, los propios
periodistas somos los que propiciamos y fomentamos lo contrario; bien con
acciones puntuales, manías personales o, como el dimitido presidente de la
Asociación de la Prensa de Granada, quitándose el cinturón y amenazando con él
en la mano a quien opina diferente. Y así nos va.
No hay comentarios:
Publicar un comentario