Siempre se han referido a él con la exactitud descriptiva que nos caracteriza a los almerienses: “ahí”, “donde está la buganvilla”, “al lado de donde se tiende la ropa”, “cerca de la higuera”… incluso el recoveco ha sufrido cierto desprecio por su incómoda estrechez y tenuidad.
Lo cierto es que el rincón ofrece una sombra envidiable que, como hicieron años atrás otros niños, ahora es aprovechado por los más pequeños de la casa para que sus juguetes no se achicharren al sol. Así, un tobogán de plástico naranja convive con un triciclo sin timbre, con un “quad” infantil que espera a ser reparado al lado de una canasta de baloncesto sin red y con un balón de fútbol, con el escudo de la U.D. Almería deshilachado por los puntapiés.
El otro día, le preguntamos a Miguel donde había aparcado
su bicicletilla sin pedales que le trajeron los Reyes Magos y respondió con una
contundencia envidiable para un niño de tres años: “En el bosque los juguetes”.
Maravilloso. Cuatro décadas después de su existencia, ha tenido que ser el más
pequeño de la familia quien bautice a ese lugar con un precioso nombre que, aún
siendo patente que es un bosque y que está lleno de juguetes, nadie hasta ahora
había reparado en ello.
Comento esta anécdota familiar porque siempre he
defendido que las generaciones que se van incorporando a la vida social,
política, deportiva o económica de una ciudad aprecian las cosas con una
perspectiva distinta a la de quienes llevan décadas apoltronados en los puestos
decisorios.
De un político que lleva, por poner un ejemplo, veinte
años en un mismo cargo o, por poner otro, un ejecutivo que tiene a su mando
profesionales que no habían nacido cuando él ya estaba en el puesto no podemos
esperar soluciones novedosas ni ideas rompedoras. Sus experiencias serán
extraordinarias pero, mejor o peor, estoy seguro de que otras personas más
jóvenes aplicarían a los problemas soluciones innovadoras y verían -como Miguel
y “el bosque los juguetes”- lo evidente. Evidente, pero desapercibido para los
demás.
QUÉ CRACK EL MIGUELILLO¡¡.
ResponderEliminarUN ABRAZO.
PEDRO.
Es muy ingenioso..
ResponderEliminarA tenido que ser Miguel el que con su ingenuidad bautizara al rincon "El Bosque de los Juguetes".Bravo por Miguel.
ResponderEliminarEl blog de hoy te ha salido salido más poético.
ResponderEliminar¿reconversión o la edad?
Una preciosa metáfora. Enhorabuena.
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