lunes, 14 de noviembre de 2011

Me gustan los floreros

Me gustan los floreros. Casi todo el mundo se pirra por la flores frescas en detrimento de sus suportes, cuando éstos tienen una vida más larga y se amortizan mejor. Es verdad que hay floreros horrendos, incluso insultantes a la estética, pero están fabricados para durar más que su contenido, que es volátil y pasajero, como decía del clavel el malogrado Alfonso López Martínez, el poeta-pastor del Barranco del Caballar. La flor se marchita y se tira, pero el florero sigue ahí ofreciendo su desnudez en espera de la plenitud del agua y las plantas. Además, qué curioso, los floreros más feos son los más duraderos. Un capullo puede reforzar su valor estético si está con un florero elegante y refinado o perderá su valor decorativo si se pone, de cualquier forma, en un soporte que chirríe con el buen gusto.
Repasando imágenes de actividades públicas de tiempo atrás, me encuentro que en las salas de prensa había floreros que aún permanecen inamovibles, incombustibles al paso del tiempo; si antes hacían lucir un clavelillo o un jazmín ahora portan palmeras de interior, ficus por los que el tiempo no transcurre o incluso cactus, de esos que se chupan las radiaciones de la pantalla del ordenador. Como los floreros me gustan, cada vez que las televisiones locales emiten noticias en las que se ve alguno me fijo para recordar a qué vegetal le protegía antes las raíces y qué clase de estigmas le sobresale, en esta ocasión, por su boca. ¿Saben la conclusión? Pues que el florero anuncia el final de sus días cuando es mostrado en público repleto de flores secas o lleno de tiesos pétalos artificiales, de ésos impregnados en laca mala y que los chinos venden a cuatro euros la media docena.
Por eso, en esta tarde de otoño, quiero homenajear a los floreros porque la sociedad los maltrata y destruye cuando dejan de ser útiles. Creo que el municipio almeriense de Dalías –el pueblo de mi abuela paterna- es uno de las pocas localidades de España que tiene una calle con el nombre de “Florero”. Fíjate que el Google Maps me ha sacado del error, porque yo creía que Níjar –el pueblo de mi abuela materna- era el municipio que le había rendido homenaje en su callejero. No sé qué me habría llevado a esa confusión… quizá por la bonita tradición de sus gentes de adornar los balcones y ventanas de la villa con flores y plantas y de sus antiguos artesanos del torno de fabricarlos a mano con barro cocido. Salvando mi lapsus geográfico, es igual; yo, cada vez más, disfruto viendo un florero. 

1 comentario:

  1. He leido tu artículo esta mañana justo después de leer en la prensa que Jerónimo Saavedra, tras 40 años en el PSOE, ha pedido la baja.

    Y dicen lo mismo, no nos engañemos.
    Los floreros siempre perduran.

    El bueno de Jerónimo Saavedra es ese que fue Ministro de Educación con Felipe González, y que de su paso por el ministerio sólo recuerdo el día de su nombramiento, cuando Goma Espuma dió la nocia en la radio: "Jerónimo Saavedra está muy enfadado con Felipe González. Le ha dado una cartera y él quería un bolso".

    Luego siguió, como antes, de secretario general del PSOE de Canarias, pero ya por encima del bien y del mal. ¡Había sido ministro nada mas y nada menos!.

    Hasta que un antiguo discípulo suyo, Juan Fernando López Aguilar, osó retarle y le sustituyó como secretario general.

    Sí, ese Juan Fernando, gran relaciones públicas, que se sentaba en Almería en casa de nuestro querido D. Juan López a comer en su mesa, y ponía a parir a los curas. ("Mati, ¿para eso te hemos enviado a estudiar a Granada, para que te eches amigos tan rojos y ateos?"). O que se sentaba a comer en mi mesa en Canaarias y ponía a parir lo provinciano de la política de Canarias de su propio partido y cómo deseaba irse a Madrid.
    Ese Juan Fernando que se presentó entonces a las elecciones canarias, las perdió, y fue recompensado por nuestro Zapatero (como a otros tantos perdedores en las elecciones) con el ministerio de Justicia, del que dimitió para volver a presentarse como presidente de Canarias, no ganarlo, y volver a ser recompensado por Zapatero y es ahora el número uno del PSOE español en Bruselas.
    Es que allí hacen falta muy buenos relaciones públicas.

    Pero vuelvo a los floreros de tu artículo.
    Nuestro Jerónimo siguió entonces medrando, pero ya como florero. Sin hacer nada, pero por encima del bien y del mal.

    Eso le valío ser cabeza de lista del PSOE al ayuntamiento de Las Palmas G.C. hace 4 años, ganando con mayoría absoluta.
    Pero claro, entonces se le notó más que no hacía nada, solo ser florero.
    Daba gusto verle hace unos meses desde tres asientos más allá de él, oir a la murga ganadora del carnaval de este año con su canción alabando las grandes cualidades atléticas de nuestro en ese momento alcalde Jerónimo.
    Daba gusto verle reir y aplaudir a la murga cantar su gran afición a todo tipo de deportes con pelotas, sus cualidades en natación especialmente en 100 m mariposa, sus amor al ciclismo especialmente cuando a la bicicleta le quitaban el sillín, y así a un montón de deportes.
    Florero total difrutando de las florecillas.

    Pero en estas elecciones pasadas Momo (como es conocido aquí) perdió ante Juanjo Cardona (del PP, otro buen amigo, compañero de colegio mayor en Madrid) que sacó mayoría absoluta.

    Pero como dices, los floreros siempre sobreviven a todas las flores.
    Ahora pide su baja en el PSOE tras 40 años, pero no es por cabreo con el partido, o porque después de su sonoro fracaso electoral (todas las encuenstas le daban vencedor y perdíó por mayoría absoluta) se haya dado cuenta de la confianza de los electores, o porque a sus 75 años haya decidido que es mejor dejar paso a nuevas generaciones.
    No, simplemente pide la baja en el partido porque lo van a poner de Defensor del Pueblo de Canarias, y claro eso es para una persona independiente porque tiene que defender imparcialmente a todos.

    Como bien dices, cada vez admiro también cada vez más a los floreros.

    Bueno, corto aquí, que mi comentario me ha salido más largo que tu blog.
    Enorabuena por tus blogs, por este y por los demás.
    Un abrazo y hasta Navidad.

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