Con casi cinco millones de parados, la crisis azotando a las familias y el consumo por los suelos, nuestros europarlamentarios decidieron no bajarse el sueldo y viajar en clase preferente. Así, dando ejemplo. Los funcionarios con el sueldo congelado, los autónomos asfixiados y sus €uroseñorías no quieren disminuir su nómina de 15.000 eurazos al mes. He visto con perplejidad que peperos y sociatas se han unido en la intención de voto para, precisamente, seguir cobrando una pasta gansa. Para eso no hay polémicas, aunque dice la tele que la presión de las redes sociales les ha hecho variar el voto. Aquí, lo que vale es la primera intención. Además, he repasado la relación de €uroseñorías y ¡oh! me topo con el famoso “Gafe de la Bética".
Sí, aquel responsable de la Expo 92 en cuya presencia se hundió la nao Victoria en el momento de su botadura en Sevilla; se incendió el Pabellón del Descubrimiento, el más emblemático de la Expo, o se destruyeron las carabelas colombinas frente a las costas de Japón. Pues ése “Gafe de la Bética", bautizado así por Jaime Campmany (“El callejón del gato. Retratos al vitriolo, ed. Espasa, Madrid, 226 págs”) es el mismo al que la autoridades de Cuba no le permitieron entrar en el país, cuando viajaba con la también ínclita Carmelita Hermosín.
Yo no creo que un tío que el próximo día 12 cumple 68 años y lleva 34 –la mitad de su vida- viviendo del erario público sea un gafe; todo lo contrario, es un artista, un funambulista de la Administración, un catedrático en eso del servicio público. Lo reconozco: Qué mala es la envidia.
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