SI usted, como yo, es natural de Almería, no se ofenda con mi titular. La fórmula "Sevillano listo, almeriense tonto" es ni más ni menos la que utiliza la Junta de Andalucía, desde 1982, para el reparto de cargos públicos, la distribución de consejerías y el nombramiento de representantes en los consejos de empresas y sociedades públicas.
Ya no vamos a hablar más de cómo el nuevo tiempo de Susana Díaz, al frente del gobierno autonómico, es rancio y reiteradamente injusto con la provincia. Ya, se trata de un estigma que los sevillanos verdiblancos nos han pegado en la etiqueta de almeriense. La estadística es insultante: No hay ningún consejero o viceconsejero almeriense, pero tampoco lo hay entre los más de medio centenar de puestos nombrados a dedo en el Consejo Consultivo de Andalucía, la Cámara de Cuentas, el Consejo Audiovisual, la Oficina del Defensor del Pueblo Andaluz y el Consejo de Administración de la Radio Televisión de Andalucía (RTVA), Canal Sur. De esos cincuenta miembros, Sevilla le gana a Almería por un rotundo 24-0. Si eso no es marginación, que venga Blas Infante Pérez de Vargas y levante acta, que para eso fue notario antes que "padredelapatriaandaluza".
Recuerdo que, a mediados de los 80, le pregunté con la osadía de un periodista novato a José María Rodríguez de la Borbolla Camoyán, segundo presidente en la historia de la Junta, porqué no había almerienses en los puestos de decisión de su ejecutivo. Fue en Los Almendricos, en la conclusión de una visita oficial que efectuó para prometer un montón de cosas a los gitanicos del barrio. Y "Pepote" -como le llamaban- me echó el brazo izquierdo por el hombro y me intentó explicar que lo importante era "Andalusía" y no la procedencia geográfica o el lugar de nacimiento de sus consejeros… que se habían elegido a los mejores para cada cargo.... El mismo argumento que, casualidad, utilizaron durante décadas Chaves, Griñán y ahora Díaz. Los más listos, sin importar de dónde son. ¡Ya!
El caso es que pasan los años, los gobiernos autonómicos, los presidentes… y siguen creyendo que los inteligentes son quienes nacieron a la rivera del Guadalquivir y los de Almería somos más tontos que Abundio, (¡"quillo, que léjo tál desierto, pólavirgen!" me dijo una vez un listorro de Triana, agarrado a un catavinos). En Sevilla nos están haciendo pagar aún aquel fiasco de referéndum por la autonomía de 1980 en el que, según las reglas pre establecidas de juego, la provincia no obtuvo el porcentaje de síes estipulado. No hay otra lógica, porque los almerienses seremos especiales, pero de tontos no tenemos ni un pelo, quillo.
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