La buena información de sucesos -por el contrario a la información institucional o política- no es fácil de conseguir y obliga a los periodistas a enfrentarse a situaciones humanas muy difícil en momentos tensos. Vaya usted a pedir a una madre presa del dolor o a unos hijos enlutados la foto de la víctima de un asesinato para publicarla en el periódico, mientras el cadáver está aún caliente… a ver qué le dicen.
Por eso, no me extraña que los periodistas de sucesos veteranos incluyan en su currículum las veces que han sido insultados o –porqué no decirlo- apedreados por parientes exaltados. Y ya no hablemos de la paciencia de Job para obtener datos fidedignos y luego transmitirlos sin caer en la tentación de ponerse de parte del más débil. Igualito que ahora.
Cuando hace ya muchos años me nombraron director del semanario “El Caso”, fundado en 1952 y que llegó a tirar 400.000 ejemplares, y Margarita Landi retomó las columnas coronadas por su foto fumando en pipa, nos aconsejó que era preferible retener la publicación de un suceso para seguir investigando si los datos obtenidos eran, no ya inciertos, sino dudosos. Igualito que ahora.
Comento esto porque un diario situó la calle Terriza en el barrio del Zapillo, en la referencia de un suceso. Todos erramos y yo el primero, pero por la foto que acompañaba al texto dudo que el delito fuese en esta calle que conecta Alcalde Muñoz con la Rambla. Creo , más bien, que el hecho tuvo lugar en el Zapillo y adjudicaron el nombre de Terriza a otra vía de por allí que, muy bien, podría haber sido Tejar, Telares o Telar. El caso es que la calle Terriza no está en el Zapillo.
Las herramientas que disponen hoy los periodistas ya las habría querido tener la generación de Landi. Ahora metes “Terriza” en el callejero del google y no te sale el zapato que calzan sus residentes porque chocaría con la intimidad podológica de los ciudadanos.
Nos invade la información de recorta y pega y del periodista "collage"; si el gabinete de prensa de turno se equivoca, el error se extiende como el aceite sin que nadie lo remedie con una simple comprobación. Resulta curioso: en la era con mayor fuentes de consulta y documentación es cuando más abunda la desinformación. Precisamente , lo que no quería Margarita.
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ResponderEliminarEs peor de lo que te imaginas :-)