Recopilando amigos confidentes que hayan motivado la redacción de algún artículo los hay como para llenar el estadio de los Juegos Mediterráneos; el gran sueño del presidente de la U.D. Almería. Hay amigos basureros que cuchichean secretos mientras vacían contenedores, sindicalistas liberados de lengua bífida, tenderos con ganas de cháchara, funcionarios aburridos, amigos viajeros con los que te topas casualmente en el tedioso aeropuerto de Alicante, amigos del golf, del partido de pádel, del colegio de los niños, y… hombre, cómo no, amigos súper empresariosssss, emprendedoresssss y con siete másteres en San Telmo. Por lo que leo, las amigas abundan poco y si las hay no cuentan nada destacado como para llevarlo a un artículo.
Eso de crear amigos invisibles para construir un argumento editorial es un engaño demasiado visto que, por viejo, sólo conduce al descrédito. Los amigos imaginarios pueden acompañar al niño hasta el inicio de la adolescencia y, como vemos, en ocasiones, hasta la adultez.
Lo malo de inventarse amistades es que constituye el primer paso para, en caso de necesidad informativa, crear y difundir noticias falsas. Una vez emitidas, a ver quién es el guapo que descubre a la supuesta fuente de información.
Antes, cuando se pretendía huir de la censura o enmarañar la procedencia real, o no, de una información, el periodista recurría a las maravillosas coletillas de “fuentes por lo general dignas de crédito”, “fuentes fiables”, “fuentes de toda solvencia” o incluso, los más pedantes ponían “fuentes por lo general bien informadas”. Ahora no; ahora dices que te lo ha soplado un amigo o redactas una carta al director con firma falsa y mandas la deontología profesional periodística a tomar viento.
En la prensa de Estados Unidos existen departamentos de verificación de datos. Su función es comprobar la exactitud de lo que se publica en periódicos y revistas y su fin es cerciorarse de que lo que llega al lector tiene un respaldo documental. Así, evitan litigios judiciales y potencian el prestigio de la publicación. Artículos, editoriales, crónicas…. todo está sometido al control de los verificadores. Si alguien escribe un artículo sobre un tema concreto, el verificador debe encontrar la manera de comprobar todos y cada uno de los datos, por muy simples que parezcan. Mientras, aquí, nos apañamos con los “amigos”.