El éxito y la acertada celebración del 125º aniversario de la Cámara de Comercio ha refrescado en la memoria, y en el papel, la campaña de publicidad “Almería sin salidas” que, impulsada por los empresarios, tenía como objetivo reivindicar mejores infraestructuras para la provincia. Los lectores más jóvenes no sabrán que, a finales de los años ochenta, en Almería no existía ni un metro de autovía, eran necesarios noventa minutos de coche para llegar a Adra, los trenes con Madrid y Barcelona eran chatarras autopropulsadas con gasoil y embarcar en el aeropuerto era un caos tal que hasta 140 tour operadores amenazaron con no traer más turistas por sus malas condiciones, a pesar de ser el segundo andaluz con mayor tráfico de viajeros. Este aislamiento no impedía que Almería empezara a escalar puestos en la clasificación del PIB nacional gracias a sus emprendedores y al esfuerzo del miles de trabajadores.
No debemos olvidar que, hace un cuarto de siglo, la Junta de Andalucía tenía diseñada la autovía A-92 entre Sevilla y Baza, dejando marginada a la provincia, se proyectaba el cierre definitivo de la línea de ferrocarril Guadix-Almendricos, que atravesaba la comarca del Almanzora o la carretera de El Cañarete era un atasco permanente.
Ante una administración central y autonómica sorda a las exigencias de los colectivos de Almería, el 13 de mayo de 1987 –en plena precampaña electoral de las elecciones locales y europeas de junio- el recién nombrado presidente de la Cámara de Comercio, José Vallejo Osorno, ofreció una durísima rueda de prensa para denunciar la marginación de Almería, leer un manifiesto y anunciar la creación de una comisión de seguimiento para exigir la llegada de nuevas y modernas infraestructuras. Vallejo Osorno compareció junto a José Tara, presidente de los hosteleros, Francisco Martínez-Cosentino Justo, presidente de los empresarios del mármol, Miguel Santaella, presidente de Asempal, Juan Antonio Petit, presidente de Coexphal, Jerónimo Molina, gerente de Coexphal y José María Cosano, secretario de la Cámara de Comercio. Todos los sectores productivos de la provincia – comercio, agricultura, turismo y hostelería y mármol, estaban representados en esa comisión que, en su manifiesto, definía a las infraestructuras de Almería como “deficiencias de dotaciones”, “precaria situación” o “clara discriminación con otras provincias”. Fue el germen de la creación de la Mesa de las Infraestructuras y de la campaña de publicidad “Almería sin salidas”. Diseñada de forma eficaz, simple y directa hablaba de “Almería, en la cuneta”; “Para el 92 perdemos el tren” y “Nuestro crecimiento en el aire”. Muchos medios de comunicación –no todos- se comprometieron a insertarla en sus páginas y programas de radio de forma gratuita, como altavoz de las necesidades de la provincia.
Aquella denuncia empresarial en plena batalla electoral, con el socialista Martínez Cabrejas luchando por mantener la mayoría absoluta en la capital –que al final perdió- y con el lema del PSOE “Las cosas bien hechas” se tomó como una afrenta casi personal por los dirigentes socialistas provinciales. Blas Díaz Bonillo –presidente del partido- José Antonio Amate –secretario general- y Tomás Azorín Muñoz –ex gobernador, ex delegado del gobierno en Andalucía y presidente de la Diputación- veían cómo la patronal almeriense –y tímidamente la federación de UGT liderada por Bernabé Navarro- molestaban a sus jefes políticos de Sevilla. Lógicamente, activaron sus armas de contraataque en medios de comunicación y tribunas afines para restar importancia, si no menospreciar, al significativo movimiento empresarial. Así, hubo retirada de publicidad institucional a los diarios y emisoras que se hacían eco de las reivindicaciones, maniobras para atenuar el golpe de efecto empresarial y, lógicamente, reacciones periodísticas de quienes defendían –legítimamente, no hay que olvidarlo- la postura de la Administración. Casualmente, “Almería sin salidas” no aparecía en los medios gestionados o controlados por personas cercanas al partido en el poder. Sé lo que digo porque aquella historia la viví en primera persona como director de un periódico que “osó” dar crédito – también legítimamente – a las reivindicaciones de mejoras para Almería y espacio en el papel a los anuncios de la genial campaña “Almería sin salidas”.
Bueno, pues una de las estrategias periodísticas para desinflar la comisión creada por José Vallejo Osorno fue la de publicar y publicar entrevistas e informaciones emanadas desde la Administración para ridiculizar a quienes pedían para todos autovías y ferrocarril. Aún recuerdo la terrible doble página del verano del 87 en la que el entonces consejero de Cultura, Javier Torres Vela, decía que él venía a Almería de vacaciones “por el placer de no hacer nada” y que los empresarios que estaban invirtiendo en Almería “no eran de Almería”. O, también, cómo el entonces gobernador civil de la provincia Pedro Miguel González Márquez definió -en su periódico de cabecera-a Vallejo Osorno “de poco razonable y contradictorio”, las denuncias empresariales de “propaganda feroz” y a la patronal de “pueblerina” porque quería que el tren pasara por su comarca. Otro personaje al que le dieron páginas y páginas fue a Tomás Azorín, quien sin miramientos azotó a los empresarios con dureza en su discurso institucional de toma de posesión como presidente de la Diputación. En los planes de inversiones de Obras Públicas la reprimenda a Almería fue que la A-92 atravesara los Vélez y no la comarca del Mármol –como en su día temía Martínez-Cosentino-, que se cerrara la línea de tren del Almanzora y que el primer tramo de autovía Almería-El Alquián no llegara hasta los años noventa. José Vallejo lo resume perfectamente en el libro editado por Diario de Almería con motivo del aniversario de la Cámara: “La Junta nos castigó…”.
Pero, a lo que voy; 24 años después de aquel pulso, que aún hoy sigue vigente, leo con estupor que quienes –legítimamente, nunca lo olvidemos- defendieron la postura de una administración cicatera con nuestros intereses generales se convierten, ahora, en los abanderados de aquella movilización social en pro de las infraestructuras. Poco menos que gracias a su gestión informativa y sus ancestros revolucionarios tenemos autovías y un AVE en ciernes. Manipular es habitual en quienes escriben la historia convirtiendo a los vencedores en vencidos, pero mientras existan las hemerotecas y funcione la memoria a mí, al menos, no me engañan.