jueves, 24 de octubre de 2013

Manolo Escobar y el falso progresismo


 

Al falso progresismo nunca le ha gustado Manolo Escobar. Éso de que la letra del “¡Viva España!” (“Entre flores, fandanguillos y alegrías/ nació en España la tierra del amor./ Sólo Dios pudiera hacer tanta belleza/ y es imposible que pueda haber dos”) hablara de Dios, del amor, de la unidad de la Patria y de España era demasiado para un progresista de pro.

Luego, quienes presumían en el bar de llevar en el coche los “casettes” de Serrat, Aute, Víctor Jara o Pablo Milanés, oían “El Porompompero” en la soledad de los semáforos en rojo o de las curvillas del Cañarate. Cuando, una vez, tuve que viajar en un vehículo de alta gama propiedad de uno de estos falsos progresistas, observé que llevaba no uno, sino tres álbumes de Manolo Escobar en la guantera del salpicadero. Conforme los descubría y sin inmutarse, me dijo, torciendo su cuello, que los utilizaba como método educativo para sus alumnos ya que las letras de sus canciones “testimoniaban épocas pretéritas”. “Éste imbécil se cree que yo soy tonto”, pensé mientras el susodicho rojo ponía en el radiocasete la cinta de L´Estaca del afrancesado –en todos los sentidos- Lluis Llach. Menudo viaje me dio, con lo que podíamos haber disfrutado escuchando “La minifalda”, “¡Ay, Caridad!” o porqué no “Mi Carro”.

Claro que también conozco a ecologistas convencidos que han defendido siempre al cantante almeriense por su defensa de lo natural, frente a los potingues artificiales de laboratorio: “No te pintes en la cara/colores artificiales /que los tuyos son bonitos /y además son naturales” cantaba el paisano en los años setenta. Un saltimbanqui antiguerra, de ésos que sacaron el pescuezo en la época de Aznar, me confesó que cantar esa letra era un desafío a las grandes multinacionales de los cosméticos y que, sólo por eso, Manolo Escobar merecía su admiración eterna.

En 2006, cuando el equipo del anterior rector de la Universidad de Almería, Alfredo Martínez Almécija, tuvo la valentía de otorgar a Manolo Escobar el escudo de oro de la institución, ya tuve la oportunidad de confirmar cómo el ejidense levantaba admiración en todos, incluido los “falsos progresistas”. Quienes no acudieron al acto de imposición de la condecoración por no molestar a sus ideólogos de izquierdas, abordaron al paisano por pasillos, escaleras, esquinas y estancias de la Universidad para saludarlo, fotografiarlo y abrazarlo. Más de veinte minutos tardó en recorrer unos pocos metros hasta llegar, ¡oh sorpresa! al aula de música, donde los jóvenes artistas dirigidos por el profesor Juan Muñoz le recibieron con los acordes de sus canciones. Y Manolo Escobar, rodeado de fans y de fans que nunca reconocerán que lo son, comenzó emocionado a cantar “¡… Y Viva España!” (La gente canta con ardor /"Que Viva España"./La vida tiene otro Sabor/ Y España es la Mejor).

Descansa en paz, maestro; paisano.

martes, 8 de octubre de 2013

Sevillano listo, almeriense tonto

SI usted, como yo, es natural de Almería, no se ofenda con mi titular. La fórmula "Sevillano listo, almeriense tonto" es ni más ni menos la que utiliza la Junta de Andalucía, desde 1982, para el reparto de cargos públicos, la distribución de consejerías y el nombramiento de representantes en los consejos de empresas y sociedades públicas. 

Ya no vamos a hablar más de cómo el nuevo tiempo de Susana Díaz, al frente del gobierno autonómico, es rancio y reiteradamente injusto con la provincia. Ya, se trata de un estigma que los sevillanos verdiblancos nos han pegado en la etiqueta de almeriense. La estadística es insultante: No hay ningún consejero o viceconsejero almeriense, pero tampoco lo hay entre los más de medio centenar de puestos nombrados a dedo en el Consejo Consultivo de Andalucía, la Cámara de Cuentas, el Consejo Audiovisual, la Oficina del Defensor del Pueblo Andaluz y el Consejo de Administración de la Radio Televisión de Andalucía (RTVA), Canal Sur. De esos cincuenta miembros, Sevilla le gana a Almería por un rotundo 24-0. Si eso no es marginación, que venga Blas Infante Pérez de Vargas y levante acta, que para eso fue notario antes que "padredelapatriaandaluza". 

Recuerdo que, a mediados de los 80, le pregunté con la osadía de un periodista novato a José María Rodríguez de la Borbolla Camoyán, segundo presidente en la historia de la Junta, porqué no había almerienses en los puestos de decisión de su ejecutivo. Fue en Los Almendricos, en la conclusión de una visita oficial que efectuó para prometer un montón de cosas a los gitanicos del barrio. Y "Pepote" -como le llamaban- me echó el brazo izquierdo por el hombro y me intentó explicar que lo importante era "Andalusía" y no la procedencia geográfica o el lugar de nacimiento de sus consejeros…  que se habían elegido a los mejores para cada cargo.... El mismo argumento que, casualidad, utilizaron durante décadas Chaves, Griñán y ahora Díaz. Los más listos, sin importar de dónde son. ¡Ya!

El caso es que pasan los años, los gobiernos autonómicos, los presidentes… y siguen creyendo que los inteligentes son quienes nacieron a la rivera del Guadalquivir y los de Almería somos más tontos que Abundio, (¡"quillo, que léjo tál desierto, pólavirgen!" me dijo una vez un listorro de Triana, agarrado a un catavinos). En Sevilla nos están haciendo pagar aún aquel fiasco de referéndum por la autonomía de 1980 en el que, según las reglas pre establecidas de juego, la provincia no obtuvo el porcentaje de síes estipulado. No hay otra lógica, porque los almerienses seremos especiales, pero de tontos no tenemos ni un pelo, quillo.