A juzgar por las imágenes, el fotógrafo empezó a trabajar
cuando ya había transcurrido el presunto acto institucional (si es que hubo),
porque las instantáneas recuerdan más a “La Fiesta de Blas”, aquella canción de
Fórmula V (“que felices seremos hablando sólo de nuestro amor…”, decía la letra)
que a un solemne y protocolario acto judicial, en el que los representantes
judiciales lucen sus mejores galas. Llegaría tarde, ya digo. Y ahí están,
posando para la cámara a ritmo de “patata”.
Nunca mejor dicho: es justo que los “operadores
jurídicos” – como los define la crónica- tengan derecho a tomarse unas cervezas
y unas tapicas a cuento de su profesión. Incluso la presidenta de la Audiencia
Provincial puede tener razón al afirmar que, desde que llegó al cargo, busca
“transmitir proximidad a la sociedad”. ¡Qué mejor acercamiento a los ciudadanos
que encontrarse cara a cara, y con una croqueta del Club de Mar en la mano, al
responsable del juzgado que ha fijado para dentro de trece, catorce o quince
meses tu reclamación salarial!. Éso une mucho.
No está el patio para mucha mesa larga con
“Cruzcampos” y platos de jamón más fotos del ágape en los medios. Hay juzgados
saturados, con cargas infinitas, pocos o nulos medios, funcionarios
sobrecargados, redes informáticas colgadas donde el tiempo se mide por otro
meridiano y, sobre todo, unos responsables políticos que pretenden resolver el
atasco obligando al ciudadano a que pase por caja.
Y aunque las citas se han acortado, hoy por hoy,
existen personas que esperan a los meses de julio o septiembre de 2014 para que
juzgados de lo Social de Almería atiendan sus demandas por despido laboral o
por salarios impagados. Y luego, aguardar la sentencia…
Por poner sólo un ejemplo: el Contencioso
Administrativo número 2 de Almería dictó sentencia el 30 de abril de 2013 a una
demanda presentada el 9 de septiembre de 2010. Nada menos que dos años, siete
meses y veintidós días para ¡encima! fallar contra el demandante porque no
presentó su reclamación de cantidad fechas después de producirse el motivo de
la demanda. Lo dicho, no está la cosa para fiesta.