lunes, 6 de febrero de 2012

El nuevo subdelegado de Almería

La primera vez que hablé con Andrés García Lorca, nuevo subdelegado del Gobierno en Almería, fue en el patio del centro de enseñanza donde trabajaba. Corría el año 1983 y él ya era portavoz de los populares en el Ayuntamiento de la capital. Lo busqué para que respondiera en mi periódico a unas declaraciones del concejal de Hacienda, Martínez Rastrojo. Sí, aquel edil socialista que instauró el disco –y su tasa- de los vados permanentes, subió la contribución urbana, el impuesto de “radicación”, la ordenanza de cementerios, las tasas de alhóndigas,  alcantarillado, recogida de basuras, depuradora,  suministro de agua… y, aunque vendan ahora lo contrario, se dedicó a privatizar los primeros servicios públicos municipales.
Tras aquella conversación vinieron otras, dada su responsabilidad municipal y mis quehaceres periodísticos en la Plaza Vieja. Aún recuerdo aquellos plenos municipales, fríos y desangelados, que el alcalde Cabrejas convocaba a los ocho de la noche del invierno para que los obreros pudieran asistir tras el tajo. Luego, no iba nadie; o a lo sumo cuatro vecinos de Los Almendricos, cabreados porque la luz eléctrica no había llegado a sus calles. Y allí estaba García Lorca toreando el miura de los dieciocho concejales del PSOE con su cuadrilla de siete meritorios: María del Mar Sierra, Antonio Sáez, Antonio López Tarifa, José Luis Aguilar, Tomás Lomas, Juan Francisco Torres y Paco López-Ortega. Todos ellos, sentados a la izquierda del alcalde, poco pudieron hacer, pero ése poco debió estar muy bien porque desde entonces el Partido Socialista no ha vuelto a obtener en la capital aquella renta de ediles.
Terminada esa tortuosa legislatura municipal, cada uno siguió su camino profesional, pero sin perdernos de vista, hasta que volvimos a cruzarnos en el Campus de La Cañada. En mayo de 2006, y antes de obtener la cátedra, trajo a la provincia el II simposio mundial de expertos en desertificación y migraciones; un evento científico de tal magnitud que S.M. la Reina se desplazó expresamente a la Universidad de Almería para inaugurarlo. Designado por el rector Martínez Almécija, tuve la suerte de coordinar con García Lorca el complicado formalismo protocolario del acto multicultural presidido por Doña Sofía; ahí comprobé cómo la agenda de contactos del ahora nuevo subdelegado es infinita y resolutiva.
Recuerdo estas “batallitas” porque si algo tiene garantizado el nuevo nombramiento de García Lorca como subdelegado es que el inquilino del Palacio de la calle Arapiles es un político experto y con largo recorrido en la gestión, lo cual puede beneficiar enormemente a la provincia. Ya ha demostrado, hace unos días, sus recursos políticos cuando evitó que una patrullera de Mohamed  apresara al pesquero “El Secre”, que faenaba en aguas de la almeriense Isla de Alborán.  Desde luego, para empezar en el cargo, sí que ha sido un buen regalito….  Mucha suerte.

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