CUANDO se aproxima el Carnaval, Canal Sur TV retransmite en directo el concurso de comparsas, murgas, coros y cuartetos de Cádiz. Llevan, creo, como 23 años seguidos conectando con el Teatro Falla, por lo que los técnicos de la tele ya se saben de memoria cómo rellenar los tiempos muertos entre actuación y actuación. Hay veces que tiran de archivo y recuerdan actuaciones de hace dos décadas y cuando la letra está en lo mejor, cortan. Cosas del directo. También acostumbran a entrevistar a personajes peculiares del Cádiz carnavalero, otorgándole su minutillo de gloria televisivo.
Digo esto porque el otro día sacaron a un sujeto curioso. Chiquitillo, vivaracho y con la piel de la cara surcada por la inclemencias de la vida y la sal de la Caleta. Este hombre lleva casi toda su vida vendiendo por las calles gaditanas los programas con las letras de las agrupaciones.
-"Desde hace mucho tiempo", afirmó sin preguntar el entrevistador, con la recurrente frase de cuando no se tiene ni puñetera idea del tema ni del entrevistado. Y el personaje, con su inimitable tono gaditano respondió:
-"Desde que estaban los realitos de boquete…"
¡¡Óle la gracia y la yerbabuena del tío!!. Luego añadió que en el arte de vocear por las calles lleva cincuenta años, por lo que, por edad, eso de los realitos de boquete también los tuve que conocer yo.
¡Claro!. ¡Cómo no había caído antes!.El viejecillo se refería a las monedas de cincuenta céntimos de peseta de los años sesenta, que se distinguían del resto porque llevaban un agujero en el centro y las columnas del Plus Ultra en una de las caras. Popularmente se conocían como "Dos reales", lo que monetariamente equivalía a la mitad de una peseta.
Los reclutas del Campamento Alvarez de Sotomayor, cuando se bajaban de "La Parrala" lucían collares y llaveros con esas monedas, confeccionados en las largas noches de hastío de las imaginarias. Luego, chulillos, los mostraban a las mocicas casaderas en el Paseo, buscando su admiración. Con esos dos reales de agujero podíamos comprar hasta dos chicles de menta en el kiosko verde con ruedas que -hiciera frío o calor- esperaba a los niños en la esquina de la calle Ayala con la Puerta de Purchena. Los dos reales de agujero eran geniales para poder bailar la peonza en las calles sin asfaltar, valían para las propinillas del niño de los recaos, el bote de las cuentas del bar, la limosna del pobre, los inquilinos de la hucha de cerdito…. "Los realitos de boquete…", el jodío gaditano me ha hecho retroceder medio siglo.
Digo esto porque el otro día sacaron a un sujeto curioso. Chiquitillo, vivaracho y con la piel de la cara surcada por la inclemencias de la vida y la sal de la Caleta. Este hombre lleva casi toda su vida vendiendo por las calles gaditanas los programas con las letras de las agrupaciones.
-"Desde hace mucho tiempo", afirmó sin preguntar el entrevistador, con la recurrente frase de cuando no se tiene ni puñetera idea del tema ni del entrevistado. Y el personaje, con su inimitable tono gaditano respondió:
-"Desde que estaban los realitos de boquete…"
¡¡Óle la gracia y la yerbabuena del tío!!. Luego añadió que en el arte de vocear por las calles lleva cincuenta años, por lo que, por edad, eso de los realitos de boquete también los tuve que conocer yo.
¡Claro!. ¡Cómo no había caído antes!.El viejecillo se refería a las monedas de cincuenta céntimos de peseta de los años sesenta, que se distinguían del resto porque llevaban un agujero en el centro y las columnas del Plus Ultra en una de las caras. Popularmente se conocían como "Dos reales", lo que monetariamente equivalía a la mitad de una peseta.
Los reclutas del Campamento Alvarez de Sotomayor, cuando se bajaban de "La Parrala" lucían collares y llaveros con esas monedas, confeccionados en las largas noches de hastío de las imaginarias. Luego, chulillos, los mostraban a las mocicas casaderas en el Paseo, buscando su admiración. Con esos dos reales de agujero podíamos comprar hasta dos chicles de menta en el kiosko verde con ruedas que -hiciera frío o calor- esperaba a los niños en la esquina de la calle Ayala con la Puerta de Purchena. Los dos reales de agujero eran geniales para poder bailar la peonza en las calles sin asfaltar, valían para las propinillas del niño de los recaos, el bote de las cuentas del bar, la limosna del pobre, los inquilinos de la hucha de cerdito…. "Los realitos de boquete…", el jodío gaditano me ha hecho retroceder medio siglo.